el eructo del Dictador se elevó como un hongo atómico
por sobre los comensales del sacro colegio
transnacional
y el contagio descendió sobre ellos como una lluvia de
SIDA
revolucionario
que infectó al Dictador y a sus comensales
de inmunodeficiencia social adquirida
y la doctrina de la seguridad nacional ya no sirvió para nada
y el cenáculo se desplomó con estrépito
y el espíritu del
SIDA
revolucionario
--como lenguas de napalm arrepentido--
entonaba himnos a la reconciliación nacional
que ascendía gloriosa a los cielos
como el humo de las barricadas.
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